Junto envio o que Cristóbal Colon (não Colombo) escreveu no seu Diário de Bordo, relatando a sua chegada a Lisboa em Março de 1493. Efeméride que não tem em Lisboa nenhum "marco" a assinalá-la. E que tem um significado que ultrapassa em muito o que lhe é atribuído.
Domingo, 3 de marzo
Después del sol puesto navegó a su camino al Este. Vínole una turbonada que le rompió todas las velas, y viose en gran peligro, mas Dios los quiso librar. Echó suertes para enviar un peregrino dice a Santa María de la Cinta en Huelva, que fuese en camisa, y cayó la suerte al Almirante. Hicieron todos también voto de ayunar el primer sábado que llegasen a pan y agua. Andaría sesenta millas antes que se le rompiesen las velas; después anduvieron a árbol seco, por la gran tempestad del viento y la mar que de dos partes los comía. Vieron señales de estar cerca de tierra. Hallábanse todo cerca de Lisboa.
Lunes, 4 de marzo
Anoche padecieron terrible tormenta, que se pensaron perder de las mares de dos partes que venían y los vientos, que parecía que levantaban la carabela en los aires, y agua del cielo y relámpagos de muchas partes; plugo a Nuestro Señor de lo sostener, y anduvo así hasta la primera guardia, que Nuestro Señor le mostró tierra, viéndola los marineros. Y entonces, por no llegar a ella hasta conocerla, por ver si hallaba algún puerto o lugar donde se salvar, dio el papahígo por no tener otro remedio y andar algo, aunque con gran peligro, haciéndose a la mar; y así los guardó Dios hasta el día, que dice que fue con infinito trabajo y espanto. Venido el día, conoció la tierra, que era la Roca de Sintra, que es junto con el río de Lisboa, adonde determinó entrar, porque no podía hacer otra cosa: tan terrible era la tormenta que hacía en la villa de Cascaes, que es a la entrada del río. Los del pueblo dice que estuvieron toda aquella mañana haciendo plegarias por ellos, y, después que estuvo dentro, venía la gente a verlos por maravilla de cómo habían escapado; y así, a hora de tercia, vino a pasar a Rastelo dentro del río de Lisboa, donde supo de la gente de la mar que jamás hizo invierno de tantas tormentas y que se habían perdido veinticinco naos en Flandes y otras estaban allí que había cuatro meses que no habían podido salir. Luego escribió el Almirante al Rey de Portugal, que estaba a nueve leguas de allí, cómo los Reyes de Castilla le habían mandado que no dejase de entrar en los puertos de Su Alteza a pedir lo que hubiese menester por sus dineros, y que el Rey le mandase dar lugar para ir con la carabela a la ciudad de
Lisboa, porque algunos ruines, pensando que traía mucho oro, estando en puerto despoblado, se pusiesen a cometer alguna ruindad, y también porque supiese que no venía de Guinea, sino de las Indias.
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